1. Génesis
La travesía Matagalls – Montserrat es una prueba no competitiva de resistencia por caminos de montaña, cuyo objetivo originario es ir a pie desde la cima de Matagalls (1.699 metros), en el macizo del Montseny, a la plaza del Santuario de Montserrat (709 metros) en menos de 24 horas. Desde hace unos 10 años, el punto de salida se ha modificado sustancialmente, partiendo desde el aparcamiento de Coll Formic (1.145 metros), al pie de Matagalls, perteneciente al municipio de El Brull. Es hecho vino a preservar el entorno natural del Parque Natural del Montseny, dada la afluencia de participantes (unos 3.000 aproximadamente).
La travesía se instituyó en memoria de Jaume Oliveras, sacerdote que fue uno de los pioneros de la escalada en Cataluña, y precursor de la misma en 1904. Su primera edición se realizó en 1972, repitiéndose bienalmente hasta 1989 cuando pasó a realizarse anualmente. El presente año, a más a más, la prueba es puntuable para la 11ª Copa Catalana de Caminatas de Resistencia de la FEEC, con 15 puntos. Esto provoca que en la salida se respire un aire competitivo bastante más fiero de lo popular que fue en su origen. El recorrido de este año tiene una distancia de 83.400 metros y un desnivel acumulado de 5.980 metros.
2. Objetivos
La idea de participar en este evento surgió a finales de agosto de este mismo año, cuando tras la compra del ejemplar de SPORT LIFE de agosto, se referenciaba en un artículo de este. Este verano, por diversos motivos ha sido un verano bastante nefasto en salidas montañeras. Si bien a principios teníamos intención de apretar bastante y asaltar bastantes cimas del pirineo, entre mis estudios, el cierre del gimnasio y el mal tiempo, al final han sido pocas las salidas. Desde que se me ocurrió la idea, mi intención era participar con Uri e intentar ambos este difícil reto. Uri, había participado en la Reus – Prades que ostentaba unos 50 kilómetros de distancia. Mi sorpresa fue la negativa a mi propuesta, cosa que trastornó bastante mi planteamiento inicial. Afrontar esta experiencia por primera vez, sin haber participado en una prueba similar, con una precaria preparación física, y encima en solitario, eran demasiados hándicaps a superar con tampoco tiempo de margen.
Aún así, y dado la magnitud del reto que me planteé en su momento, no quise desaprovechar la ocasión de participar en la Mm 2008, porque ¿quién sabe lo que pasará el año viene?. Aún así, no me planteo la necesidad imperiosa de acabarla, sino como una vivencia excepcional y un reto personal tanto físico como psicológico.
3. Preparación
A partir de ese momento, procedo a la inscripción y a la preparación que consistiría en unas 4 semanas hasta dicha prueba. Lo que tampoco pretendía era sobrecargarme de kilómetros, y que esto fuera contraproducente para mi tono físico. Mi rutina consistiría en 2 sesiones diarias de poco peso, para optimizar mi acondicionamiento. La primera, en el gimnasio, con la concurrencia de ejercicios de musculación, cinta, spinning, y elíptica. La segunda, consistiría en ir a andar por la playa provisto de los palos de trekking, para coger técnica con estos y preparar la musculatura del tren superior para el movimiento continuo que el porte de estos significará en la travesía. A más los 2 fines de semana anteriores a la prueba, aprovecho para hacer salidas al monte y de este modo preparar las cuestas “in situ”: el primer fin de semana “les Gubies del Parrisal”; y el segundo, una travesía por Els Ports. De esta forma me planto en la semana previa al acontecimiento. Con ella, nervios, ansiedad y unas pequeñas molestias en las rodillas que me empieza a preocupar. La última semana de entreno es muy suave, con el jueves y el viernes de relax. Aún así, el dolor de las rodillas no cesa.
4. La cita
Después de una semana de desasosiego, ya he logrado definir lo que voy y lo que no voy a portar en la mochila. El sábado me levanto y me voy a Torredembarra para dejar el coche en casa de mis padres y coger el tren desde allí a Barcelona. Una vez en Barcelona coincido con Alvaro, quien gracias a su amable colaboración he conseguido que me realice la inscripción, y en nuestro encuentro me proporcionaría todo lo necesario para mi participación. Este se produciría en la Plaza Joanic, desde donde salen los autobuses de la organización en dirección a Collformic. Antes de partir nos comemos un buen bocadillo y departimos sobre lo acontecido en las últimas semanas. Por los alrededores no dejan de circular participantes de la prueba que como yo deben coger el autobús. Observándolos caemos en la diferencia de peso que llevo en comparación al resto. Mi mochila es de aproximadamente 30 litros llena hasta arriba, la mayoría la llevan de cómo máximo 17 y no llena del todo. Me comienzo a asustar, y de nuevo, gracias a la ayuda de Alvaro vacio un poco la mochila para liberarme de peso. Aún así, sigo llevando mucho peso, pero como iba a ser una jornada larga prefiero no echar nada en falta. Es en estos momentos cuando se puede afirmar la inexperiencia de uno, “LA EXPERIENCIA ES UN GRADO”, y en este caso, algo muy importante.
Aquí empieza lo más duro, más de dos horas de espera hasta la hora de salida. El que hacer durante este tiempo, se convierte en un duro trago: vendajes, repaso de la ruta, planificación de las paradas, posibles tramos complicados, ritmo de carrera, etc. Los nervios siguen latentes, y desgraciadamente se concentran en los focos de dolor (espalda y rodillas). Espero que los ibuprofenos cumplan con su tarea. Durante el periodo de espera, surgen conversaciones con otras personas que se encuentran esperando como yo, entre ellos un chico que casualmente sale a la misma hora que yo. Encima también es la primera vez que hace algo similar, con lo que compartiríamos los primeros tramos de la prueba.
Ya empiezan a salir los primeros grupos, debido al gran número de participantes la organización ha establecido la salida en grupos de 30 cada minuto desde las 17:30 a las 19:15. La tensión fluye en el ambiente, los nervios afloran y todo el mundo espera con ansiedad su momento. Los privilegiados que salen en primer lugar, son los mas veteranos, un honor más que ganado por estos dinosaurios de la montaña (ojalá yo llegue a su edad en estas condiciones, que envidia más sana les tengo).
Llega mi turno, nos ponemos en la interminable cola. Primero se pasa un filtro donde se debe presentar la tarjeta de control y desde este se pasa en el minuto que se tiene asignado en la salida. Durante este minuto, se pasa por el lector de la salida la tarjeta de control por el código de barras… EN MARCHA!!!!!!!!!
Nada más salir estoy muy tenso, durante toda la zona del Pla de la Calma intento seguir un ritmo ligero que me permita guardar fuerzas. Pero no me acabo de sentirme cómodo. He estudiado el perfil y este primer tramo es un muy plano, acabando en una bajada de fuerte desnivel (800 metros) con final en Aiguafreda. Aún así decido no forzar y ando todo el rato, cogiendo el ritmo de otros corredores. El primer control, es un embudo infernal, y casi sin darme cuenta nos encontramos ya en Aiguafreda. Hasta aquí he llegado con el compañero que estuve conversando antes de la salida. Al salir de Aiguafreda, ya esperaba la cuesta que nos llevaría al segundo control. Ya he perdido al compañero, y las fuerzas empiezan a flaquearme. No me siento bien y decido dar pasos cortos para ir cogiendo el ritmo de forma progresiva. A los 15 minutos, la cuesta es considerable y parece no terminar. Suerte que es una pista y puedes coger el ritmo fácilmente. Pese al sufrimiento, diviso un tipo el cual lleva un ritmo que me puede servir para llegar hasta el Pla de la Garga. Voy con la imagen fija, ya que hace un momento he mirado hacia arriba y la cuesta parece no acabar, la imagen es inigualable, parece que la montaña se ha llenado de luciérnagas. Me pasa multitud de gente y no logro recuperarme, es momento de sufrir, apretar los dientes y llegar como sea hasta el avituallamiento, donde tenía planificada mi primera parada (22 kilómetros aproximadamente). Mis peores augurios se confirman: el dolor de espalda se agrava, y noto el excesivo peso con el que cargo (se me está clavando el botiquín en el dorsal). Me preparo psicológicamente, “hay que aguantar como sea 10 horas, una retirada antes es un fracaso para mi, ya que no tengo excusa para finalizar puesto que he hecho rutas de esta duración”. A partir de ahí veré lo que hago.
Primer avituallamiento, “soy un pardillo” no se para donde ir, que hacer, ¿sólido, liquido? Tampoco me quiero detener demasiado, pese a ello, hay mucha cola y estoy lento, bebo un caldo caliente y me como un par de limones. Más adelante veo un camión cisterna del que cojo agua, miro nuevamente el plano y veo a lo que me voy a afrontar ahora. Parece que ahora viene un tramo más discontinuo pero sin ninguna pendiente fuerte, veamos cómo reacciona el cuerpo. Por último, me cambio de calcetines estiro un par de minutos y para adelante. Parece que me encuentro algo mejor, me acoplo de nuevo a un grupo bastante distendido el cual va contando chistes, esto es positivo y me da algo de moral. Mi cuerpo ha evolucionado adecuadamente. Pese a no estar muy bien, me noto mejor, sobre todo en las subidas. El suelo está resbaladizo y en las bajadas es difícil no resbalar en alguna ocasión. Francamente estoy mejor, pero el exceso de peso me está haciendo pensar cómo debo desprenderme de él, ¿llegaré hasta Vacarisses para pedir ayuda a mi hermana?, “mis cuentas me obligan a llegar prácticamente hasta allí, aunque sea arrastrándome”. Este es mi nuevo objetivo. Es imposible quedarme antes puesto que la combinación seria una “jugarreta” para quien tuviera que venir a buscarme. “HAY QUE LLEGAR HASTA VACARISSES”, y allí miraré como estoy para seguir.
Ahora empieza a llover, suerte que el GORE de Uri va de maravilla y me mantiene en calor. Ya me pesa hasta el frontal, pero por no parar no cojo ni una barrita de la mochila. Menos mal que entrené duramente por la playa con los palos y su técnica de utilización (cambiando de posición constantemente para que no se carguen los hombros y el trapecio). Kilometro 35, psicológicamente estoy bastante mal, no pasan los kilómetros y empiezo a creer que el GPS va mal. Es un espejismo. Llamo a Anna para distraerme un poco, hablar con el móvil y andar a un ritmo ligero no es fácil. Mi conversación con ella me hace coger nuevas fuerzas, y tiro de coraje con el objetivo de las 10 horas (aquí evaluaríamos mi estado). Siguen sin pasar los kilómetros, y llegamos a un tramo de leves desniveles en el que me cuesta mantener el ritmo de carrera. Vuelvo a la sucia táctica de ponerme a rueda de alguien (es una buena forma de distraerte, y de estar atento para no dormirte). Así llego hasta Sant Llorenç de Savall, 45 kilómetros. Este es el segundo punto donde tengo previsto pararme. Aquí la gente empieza a flaquear, veo alguno fundido, lesionados, desmotivados, es curioso la poca previsión que tienen algunos preparando la prueba, ¿o soy yo demasiado previsor? Me tumbo en una acera y empieza a llover fuerte, voy a coger algo de comida, pero la combinación pollo – atún me hace desistir. Me decido por algo de chocolate, limones y una Coca-Cola (pedazo de menú de deportista, jejeje). Vuelvo a la acera donde había dejado mis bártulos y empieza a llover más fuerte. Me pongo la capucha, me seco los pies, me cambio de calcetines, y el esparadrapo de las rodillas (no se como leches me he hecho un refregón en la rodilla derecha, “el piloto automático tiene estas cosas”). Estiro los “isquios” y me miro de nuevo el mapa. Veo una ambulancia en la que resulta que están haciendo masajes, MEJOR NO… Como me toquen ya no sigo… Cojo el buff, y salgo rápidamente antes de que coja más frio. Muchísima gente se queda parada atrás, y no logro divisar a nadie. Esta vez voy solo. A los pocos metros un grupo de dos chicas, a las que sigo ya que no tengo ni idea de por donde va el camino. Seguimos una pista, al cabo de 1 kilometro nos empiezan a gritar desde abajo, ¡MIERDA, NOS HEMOS EQUIVOCADO! Suerte que nos han avisado si no seguimos hasta el infinito. Ya he hecho 2 kilómetros de gratis, ¡QUE BIEN, COMO VOY TAN SOBRADO! (esta admiración es pura ironía). Empieza una pequeña subida, estoy impresionado como he vuelto a recuperar, empiezo a creer en mi llegada si sigue el mal tiempo, no me imagino cargando con la ropa mojada en la mochila y subiendo con un sol desgarrador los 600 metros de desnivel finales hasta el Monasterio. Lo siguiente a afrontar es un tramo rompe-piernas con pequeñas subidas y bajadas, donde es difícil mantener un ritmo constante, esto es agotador psicológicamente. Aguantar ahora es primordial, para ello bajo el ritmo y apreto los dientes para recuperarme muscularmente. Bajada a las Arenas, y de nuevo una subida bastante fuerte el Coll de la Grua. Ahora ya solo miro el suelo, y “a piñon fijo”. La media la calculo a 5 km/h en carrera, a un ritmo moderado concentrándome donde ilumina mi frontal y poco más. Los grupos ahora van muy sesgados, y el ritmo es más individual. El camino discurre por pistas, cosa que facilita un ritmo continuo en la subida. Es larga, pero no muy empinada, ¡¡¡VAMOSSSSSSS!!!
Parece mentira como alguien puede retirarse en este punto cuando ya queda tan poco sufrimiento. Este es uno de los puntos donde más gente abandona; bien por lesión, o por desmotivación. Veo mucha gente parada con la moral por los suelos, a lo lejos se ve la pared que forma Montserrat sobre Monistrol, “madre mía, y hay que subirla”... Ya no se puede parar “si abandono ahora me la corto, además ya he llamado a mi hermana y me pasaran a buscar en el Monasterio”. Extrañamente, y pese al dolor, cada vez estoy más fuerte. La parte moral juega un papel importantísimo. Después del control 9, me acoplo de nuevo a un par de “viejos” (lo digo cariñosamente) que literalmente “vuelan” sobre las piedras, y encima sin palos, ¡¡¡VAYA RODILLAS TIENEN LOS ANCIANOS!!! Antes de llegar a Monistrol paran a saludar una amiga. Esta claro que no tienen finalidades competitivas, por esto, les adelanto y ahora si me quedo solo. Tengo la garganta seca y según las indicaciones no hay ninguna fuente... pero.... ¡MILAGRO! Me topo con una en el camino... Aquí me cruzo con un chico que sale escopeteado, ¿será mi liebre? Me pego a él y subimos juntos desde Monistrol. Es alucinante pero aquí me encuentro gente llamando por el móvil para que vengan a buscarles, “joder, quien sabe si alguna vez volveréis ha estar aquí, solo faltan 5 kilómetros que afrontándolos con paciencia se superan en unas dos horas”. El compañero lleva un ritmo infernal, y se conoce el camino. Sin duda, es lo que necesito aunque me cueste seguirlo. Empieza a apretar el sol, y en pleno esfuerzo nos lo encontramos de cara. Ahora no hay vuelta atrás, me pongo “el machete entre los dientes y a la guerra”. Hay zonas bastante duras con continuos desniveles, en los cuales los palos juegan un papel primordial. Después un descanso, con otra zona más dura en la que prácticamente hay que utilizar las manos. Quedan pocas fuerzas, pero las ganas de llegar pueden con todo. Mi cabeza no deja de pensar en lo que todo el mundo llama como la pared psicológica de la parte final, “las escaleras”. La verdad es que la subida a la Serra del Obac bajo mi punto de vista, y hasta el momento, ha sido más dura. Esta te da algún descanso. Pierdo al compañero, lleva un ritmo demasiado fuerte. Ahora voy solo de nuevo, a un ritmo vivo que puedo seguir. El desnivel es importante y llevo casi una hora, ¿donde están las “putas” escaleras? Mi liebre se ha perdido y ya no lo diviso. Ya tengo enfrente las famosas “escaleras”, aunque su nombre ideal sería “escalones”, pues tienen unos 30cm de altura. Para librar este escollo sin dolores en la musculatura, es importante coger un ritmo que permita subir un escalón con cada pierna y de esta forma repartir la carga. ¡NO SE ACABAN LOS MALDITOS! ¡ESTOY HASTA LOS...! Veo gente que pasa, ¿ya estamos? Pues no, ¡MALDITA SEA, SON TURISTAS! Me vengo abajo, ahora tocan unas escaleras que pasan por bajo del mirador. La gente empieza a aplaudir a nuestra llegada. Si pudiera correr, os juro que lo haría... Acelero lo máximo que puedo, alcanzo al compañero que cogí en Monistrol. El tío se queda alucinado, ya que le he recuperado unos 300 metros, a eso que empezamos a hablar y seguimos juntos. Para mi sorpresa aparecen su mujer y su hija, y él se para. No se que hacer, seguir hacia adelante o esperarle. Mi dignidad me hace esperarle para premiarle por subir a esta sanguijuela “chupa sangre”. Perdemos mucho tiempo, pero lo importante es haber llegado compartiendo estos instantes juntos. Las escaleras las subimos despacio y ya llegamos al control final. ¡¡¡SI, SI, SI, SI......!!! Una alfombra roja y los aplausos de los presentes nos reciben, los jueces de la organización pasan la tarjeta de control y nos dan la enhorabuena. 18 horas y 8 minutos en mi crono, veremos en el de la organización. Me fijo en el cronometro y, ¡HEMOS SUBIDO DESDE MONISTROL EN 1 HORA! Si no me llego a parar hago un cuarto de hora menos (bajando de 18). ¡¡¡NO PROBLEM!!! La experiencia ya es infinitamente gratificante (ni por asomo pensaba hacer este tiempo dados mis condiciones previas a la travesía). El contacto humano, el límite físico, el control psicológico, son factores dignos de estudio sociológico en esta prueba, que naturalmente NO RECOMIENDO A NADIE jejeje. Es increíble como se supera la agonía, el esfuerzo, el cansancio, la sed, el dolor.... POR ILUSIÓN. No me quiero poner sentimental amigos. Pero ha sido una experiencia épica y difícil de resumir en este relato. Espero lo hayáis sentido muy cerca.
Desde aquí quiero agradecer a los que directa o indirectamente habéis colaborado en la consecución de esta hazaña. En primer lugar, agradecer a todos aquellos que no creíais en mi vuestra desconfianza. SI DE VERDAD!!! Porque eso me ha dado fuerzas para llegar, oyendo vuestras frases incrédulas, luchando en mi cabeza para vencerlas. Después a todos los que directamente habéis puesto vuestro “granito de arena” en este proyecto:
- Alvaro: Sin él no hubiera participado. Con su sacrificio al realizar la inscripción, y recogiendo la documentación necesaria. Además de librarme de un peso, con el que sin duda no hubiera llegado hasta la meta. No tengo palabras, aquí dejo mi agradecimiento. Espero que la próxima aventura la podamos compartir juntos.
- Uri: Escéptico y sin fe en mí, pero que me aprovisionó con su GORE y el GPS que me han ayudado enormemente en el transcurso de la prueba. Protegiéndome de la lluvia y guiándome en la oscuridad. Gracias compañero. La próxima que no estés NO TE LA PERDONO. Las sensaciones explicadas desde la distancia no saben igual.
- Enric, Mari Luz y Marta: Mi coche de apoyo al final de la prueba. Cuando ya no puedes dar un paso, es indispensable el transporte. Gracias familia, sin vosotros tal vez no hubiera llegado a casa.
- A la organización y sus voluntarios por tan exquisito comportamiento a lo largo de todo el recorrido, ENHORABUENA ha sido excepcional.
- Y por último, a Anna. Vital en su apoyo emocional vía telefónica, mostrando todo su cariño en momentos de flaqueza durante la noche, y por aguantarme durante el proceso de preparación del evento. Días de entrenamiento, horas de expedición, días fuera de casa, GRACIAS DESDE MI CORAZÓN.
Me ha parecido útil para su consulta la colocación de la información que pueda ser útil para aquellos que participan por primera vez en la MATAGALLS – MONTSERRAT, como ha sido mi caso. Sinceramente a mí me fue muy útil la lectura de infinidad de “reports” sobre la misma, para ver como debía afrontarla. Para ello, coloco aquí los puntos que bajo mi punto de vista son necesarios tener en cuenta.
- Llevar la mochila llena no es un síntoma de prevención. Hay que llevar lo justo. Una capa que nos proteja para la lluvia y/o frío, frontal, "Camelbak" o sistema similar que nos permita beber sin tener que parar constantemente, 5 pares de calcetines de recambio, una camiseta de recambio, una camiseta térmica larga, esparadrapo, vaselina, betadine (por si acaso), y lo más importante para mí, los palos de trekking.
- Observando los diversos sistemas de hidratación que se utilizaban en la prueba, me declino por el de las botellas que llevan un conducto similar al del "camelbak". El “camelbak” deja de ser efectivo cuando te quedas sin agua, ya que rellenarlo supone un problema si tienes la mochila llena por su dificultad de reposición. Las botellas se rellenan rápidamente, y lo mejor de lo mejor... Que la mochila tenga un departamento externo para colocarlas.
- Hay que preparar previamente la prueba psicológicamente. Mentalizarse que va a durar más de 15 horas, e ir cumpliendo etapas en tramos de unos 20 kilómetros.
- El vendaje con esparadrapo en los pies es crucial, debe practicarse anteriormente, para ver la colocación más conveniente. De igual forma, la vaselina por los dedos de los pies (nunca por las plantas), el talón, las ingles, los pezones y los sobacos, nos ayudaran a evitar el rozamiento con el paso de los kilómetros. Aún así, será inevitable la aparición de algún tipo de herida como consecuencia del paso de las horas. También resulta útil rodear la articulación de la rodilla, sobre los gemelos, para fortalecer una zona que sufre mucha tensión durante el transcurso de la prueba.
- Si es la primera participación, es recomendable no correr hasta el final, reservando las articulaciones. Aunque es preferible dejarse llevar en las bajadas, sin frenar excesivamente, para no forzar las rodillas y los tobillos.
- Recomiendo abiertamente practicar la técnica en la utilización de los palos de trekking, nos ayudará a combinar varias opciones de agarre que nos serán útiles. Es imposible mantener una misma posición 80 kilómetros, con lo que tendremos que varias entre 3 o 4 (andando o corriendo, y con y sin palos).
- Por último, fortalecer las piernas haciendo ejercicios de musculación: sentadillas, buenos días, gemelos, cuadriceps, ejercicios de equilibrio, Multi-saltos, etc.
Espero le sirvan a alguien de ayuda, seguramente con la suma de experiencia varíen los criterios que debamos remarcar, pero estos son los que a mi parecer son los más importantes.
El resto de las fotos en: http://picasaweb.google.es/perdidosenelmonte/TravessaMatagallsMontserrat2008#