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miércoles, 6 de agosto de 2008

Garmo Negro (3.051 metros), 5 de agosto de 2008, desde el Refugio Casa de Piedra en Baños de Panticosa.


1. Fisiografía

El Macizo de Las Argualas está situado al sur de los conocidos Picos de los Infiernos, entre el Valle de Tena, que queda al Oeste (donde se encuentra Sallent de Gallego) y la valle que forma el río Caldarés, conocida por su famoso Balneario de Panticosa, centro termal. A día de hoy, esta zona se encuentra en una profunda ejecución de obras, con lo que nos topamos con una imagen bastante desoladora al fondo del ibón de Los Baños.

Panoramica:

La subida al Garmo Negro es una ruta placentera, con unas panorámicas increíbles de la sierra de Tendereña y la vertiente francesa del pirineo, más exactamente de la cresta del Vignemale, flanqueado por el Valle del Ara. Sin dudarlo, es una más que recomendable ascensión para todo aquel que quiera disfrutar de la montaña sin pegarse una paliza infernal, pese a sus más de 1.400 metros de desnivel.

El Garmo Negro está enclavado en la zona occidental de la cordillera, se encuentra situado en lo que algunos llaman el Macizo de Panticosa, por otros llamado de las Argualas, formado por 4 picos por encima de los 3.000 metros: Garmo Negro, Algas Norte, Algas y Argualas (otras fuentes incluyen también la Aguja de Pondiellos). Estos forman un magnifico escenario en cuyo fondo se encuentra el balneario de Panticosa.

A diferencia de otras ascensiones, la mayoría de esta discurre por una cómoda pradera y camino bien marcado que se enfila hasta las faldas del macizo. Una vez allí comienza la roca, erosionada por el paso de los años, la cual ralentiza el camino por la acumulación de esta en los barrancos de Pondiellos y Argualas. Cerca de la cumbre, en el collado que forman El Argualas, el Algas y el Garmo Negro, esta se convierte en una pedrera descompuesta con una gran pendiente hasta la cumbre de este último.

2. Acceso

Vertiginosa subida desde Torredembarra (Tarragona), pasando por Huesca llegamos a Sabiñanigo donde cogemos la carretera que accede a la frontera del Portalet, parando en su transcurso en el Área de Servicio que hacen los dulces de MON REPOS para bajarnos el sábado con estos típicos dulces de la zona. Como comentario solo decir que los dulces, efectivamente están detrás de la barra, pero con la puntualización de que pesan más de 50 kg (hasta aquí puedo leer).

Hay que traspasar la localidad de Biescas y rebasar el pantano de Bubal. Una vez allí, llegamos al cruce de Panticosa, localidad a la que nos dirigimos y justo antes de entrar en el pueblo seguimos la carretera principal que pasa por encima de él y que sube por la garganta del Caldarés hasta el Balneario. La verdad que esta última parte, realizada en la más inmensa oscuridad, acongojaba bastante, y más si te aparecen bestias cruzando el camino. Tras aproximadamente 8 km llegamos a los Baños de Panticosa, donde previa reserva se nos autoriza el paso hasta el refugio. Este nos costó encontrarlo en la oscuridad, "LA NOCHE NOS CONFUNDE".

3. Ascensión

Lugar de salida: Baños de Panticosa (Refugio Casa de Piedra – FAM, 1636 metros).

Cumbre: Garmo Negro (3051m, Macizo de las Argualas).

Desnivel teórico: 1.415 metros.

Desnivel acumulado: ¿?m.

Distancia total: /*- km.

Tiempo subida: 4:45 h (con descansos, paradas técnicas y reportaje fotográfico

Incluidos).

Integrantes del grupo: Oriol Martorell (26 años) y Manuel Morales (28 años).

Horarios aproximados: Refugio Casa de Piedra, subir 230 mts (40') Majada Baja, subir 370 mts (1h20') Majada Alta, subir 690 mts (1h50') col. de las Argualas, subir 110 mts (30´) Garmo Negro (3.051). Total: 4h20' (sin paradas)

a) Refugio Casa de Piedra - Baños de Panticosa – Ibón de Los Baños, 1.636 metros.

Tras el gran concierto de barítonos al que asistí durante toda la noche (Uri me avisó tarde de lo útil que pueden llegar a ser un par de tapones para los oídos), nos despertamos a las 05:15. Somos los primeros en abandonar los aposentos. Esta era mi primera toma de contacto pernoctando fuera del hogar, ya que soy un poco “culo fino”. Pero la verdad es que la experiencia fue muy buena. El refugio estaba en perfectas condiciones, incluso tenia lavabo y ducha en la habitación que se nos había destinado, de unas 15 personas aproximadamente. La verdad es que no puedo comparar, pero mi imagen fue muy buena, con un óptimo trato y un servio más que digno. Lo que más me llamó la atención fue la confianza mostrada por los guardas del “refu”, ya que nos hicieron pagar a la vuelta, confiando en nuestra buena fe (como apunte, efectivamente se bajo a pagar la pernocta).

La preparación de las mochilas, frontal y avituallamientos se hizo con calma. Una vez preparados y con los frontales en marcha, salimos en la oscuridad de la noche en dirección al ibón de Los Baños, donde giramos a nuestra derecha, hasta cruzar las pistas de esquí de fondo, donde cogemos un sendero bien marcado por el que ascendemos en fuerte pendiente por el margen izquierda del torrente de Argualas.

Las lazadas se suceden una tras otra y poco a poco vamos dejando las construcciones del Balneario bajo nuestros pies. Algunos pinos pueblan la escarpada ladera por la que transitamos. Va amaneciendo, es un día claro lleno de estrellas, un día inmejorable sin duda.

Tras superar este primer resalte, una amplia pradera junto al torrente de Argualas se nos presenta como primer descanso en nuestra ascensión. Merece la pena acceder a este paraje únicamente para disfrutar de sus panorámicas, es un sitio espectacular, junto a una torrentera, un liso con unas campas que dan ganas de dar volteretas por la pradera como Heidi, y al fondo las vistas del Garmo Negro.

b) Majada baja de Argualas, 1.860 metros.

Estamos en la Mallata Baja a 1860 m. de altitud. Continuamos ahora hacia nuestra derecha, dirección Norte, subiendo en amplias lazadas por terreno de pasto y separados del curso del torrente. En medio de las inclinadas laderas que se sitúan entre los barrancos de Arnales y Argualas, el sendero se difumina. Ahora vamos ganando altura hacia el NO por terreno algo pedregoso y con la ayuda de hitos, afrontamos directamente la ladera por una ligera depresión que deja a nuestra derecha una elevación característica que va a morir en el collado donde dicha prominencia se une a las faldas del macizo.

En su inicio, dudamos un poco, pero nos decidimos tirar cuesta arriba hacia la derecha, por una marcas de senda, en vez de cruzar toda la mallata baja como era la otra opción que creíamos y por el que trazaba uno de los tracks del GPS. Comenzamos esta subida siguiendo la senda, que daba grandes zetas. Y así, casi sin darnos cuenta, llegamos a la mallata alta de las Argualas con un viento que nos destempló todo el cuerpo.

c) Majada Alta de Argualas, 2.200 metros.

En este punto, tenemos dos posibilidades (al final, las utilizamos las dos, una de subida y otra de bajada). La primera posibilidad, era subir por la ladera de la derecha en horizontal hacia arriba, muy pegados a las faldas del macizo, y después de pasar la parecita que forma la mallata alta de las argualas, girar hacia la izquierda dejando el camino que va hacia el collado de Pondiellos, y al cabo de unos cuantos metros de girar hacia la izquierda atravesando en horizontal la pedrera que suelta la Mole del Garmo Negro, juntándonos con el camino que voy a describir a continuación.

Esta es la opción que utilizamos de subida. La segunda, el barranco del pondiellos fue la utilizada de bajada (en la foto inferior se aprecia el collado de pondiellos, otro itenerario de subida pero más aéreo).

d) Collado de Arguales, 2.850 metros.

Alcanzamos el cuello inferior del collado de Argualas a 2750 m. de altitud. Allí decidimos pegarnos un buen festín, pues Uri estaba con las reservas a cero y sentía como rugían sus tripas. A mí por alguna extraña razón las alturas me quitan el hambre.

En este descanso podemos contemplar el circo que forman los picos de Argualas, Algas y Garmo Negro, y como continua habiendo nieve en pleno verano. Sin duda, este es un año muy peculiar, pues no es normal encontrarse tal cantidad de nieve y neveros en estas épocas (este mismo debate se produjo en la cima con un experimentado montañero, el cual frecuenta la cima a menudo). Al poco emprendemos la marcha hacia la cima, una vez superados los escarpes de la vertiente SE. del Garmo Negro, las trazas de senda nos hacen elevarnos directamente por la inclinada ladera de piedra suelta (30º y 35º), e infernalmente resbaladiza. La pendiente es fuerte, y la pedrera inestable, subir es una putada, y en un principio parece imposible bajar, un resbalón y vas a reventar al inicio del circo.

Ahora con conocimiento de causa podemos decir que hay dos caminos para subir a la cima. El correcto, que sube hasta el collado que separa la cresta del Garmo Negro y el Algas Norte, y la pedrera infernal que nosotros cogimos hasta la cumbre, que resulta ser el camino de bajada (NO HACERLO DE SUBIDA, si no se quiere perder grandes dosis de energía luchando contra la inercia de tu propio cuerpo). Lo curioso, es que por este último de repente apareces en medio de la cima por un camino, inverosímil y sorprendiendo a los que ya han encumbrado, ya que normalmente se accede desde la primera opción.

e) Cumbre, Pico de Garmo Negro, 3.051 metros.

Inmejorables vistas de los picos del Infierno, Arnales, Algas, Argualas, Sierra de Partacua, cuenca de Brazatos, Vignemale, Midi, etc. Gracias dios por regalarnos un día tan excepcional (ni una nube). Cabe remarcar de nuevo la gran cantidad de nieve que se puede apreciar en las cumbres de los alrededores, incluso podemos contemplar los ibones bajo los infiernos prácticamente helados en su totalidad.

Tras la foto de rigor, toca bajar. En principio con mucho respeto pues el terreno está muy inclinado y el terreno es muy inestable, pequeño handicap para las lesiones de los aventureros que relatan estas líneas (las articulaciones se preparan para sufrir). Se baja como esquiando, la pendiente andará en torno a los 35º de inclinación. Pese al “cangelis” inicial nos plantamos rápidamente en el cuello que baja al barranco de Argualas. Ahora si que ya empezamos a ver gran cantidad de gente subir a la cima, la verdad es que madrugar tiene sus ventajas.

Como habíamos comentado en la subida, era evidente que de bajada no íbamos a recorrer el mismo trazado. Ahora íbamos a enfilarlos mucho más directamente a la mallata alta, por el Barranco de Pondiellos. Sin correr, pero con un ritmo alegre nos plantamos en este muy deprisa.

f) Barranco de Pondiellos, 2.400 Metros.

Gracias a las indicaciones de un montañero nos marca el sendero de descenso hasta la canal que se abre sobre la mallata alta. Poco a poco vamos descendiendo, hasta que de pronto... BINGO!!! Ya la hemos liado y nos hemos quedado al borde de un destrepe no apto para pardillos. Con lo cual, nos toca remontar para buscar una vía menos dificultosa que de al canal ya citado. Al poco, Uri ve una posible vía de descenso, la cual en un principio veía poco factible. Pero conforme íbamos perdiendo altura la cosa parecía más accesible. De esta forma llegamos al canal, por el cual baja bastante agua, y de una forma rápida vamos perdiendo altura.

Desde aquí ya hay poco que contar, porque sin llegar a correr, e incluso parando para hacernos fotos y quitarnos las piedras que nos habían entrado en la tartera, fue un descenso vertiginoso. Fue tal la velocidad que se culminó en escasas 2 horas. Si bien el ascenso fue sosegado y placentero, la bajada fue A TODA LECHE!!! Pero es que el terreno daba pié a ello por su comodidad.

Una vez abajo, solo restaba un remojón en el ibón de los baños y un breve reposo en su orilla. Que fría que estaba la muy jodida, se congelaba todo órgano caliente (y digo todos). Pero gracias a ello se recuperaron las articulaciones de una bajada castigadora para ellas, aunque sinceramente ojalá todas fuesen así (no quiero recordar aquellas penosas bajadas como las del Aneto y la Punta Alta).

Y eso fue todo, sin duda una ruta muy recomendable, tanto por sus vistas como por la tipología del terreno.

Manuel Morales Martínez

Peón montañero.

El resto de fotografias en: http://picasaweb.google.com/perdidosenelmonte/GarmoNegro

martes, 8 de julio de 2008

Tuc de Mulleres (3012 metros), desde Espitau de Vielha.

1. Fisiografía

El Valle de Molieres, con una orientación W-E, se extiende desde el Tuc de Mulleres (3.012 metros) hasta el sur de Espitau de Vielha, donde las aguas del Noguera se mezclan don el torrente que proviene de Conangles. El perfil longitudinal está caracterizado por continuos rellanos y escalones rocosos. Los rellanos superiores están ocupados por los Estanhons de Molieres, 4 estanys escalonados entre las cotas 2480 y 2350 metros. La vegetación de la cuenca corresponde sucesivamente, a medida que se va ganando altura, los estadios subalpinos y alpinos. Cabe destacar los hayedos y abetos en las proximidades de Espitau de Vielha, así como los ambientes húmedos en el fondo del valle.


2. Información geológica

El Valle de Molieres es un ejemplo tipico de valle glacial, con numerosas formas de erosión y de sedimentación de origen glacial. Los rasgos más evidentes son las macroformas de erosión glacial: circos, crestas, cubetos de sobreexcavación, líndares rocosos, perfiles transversales en U y perfiles longitudinales escalonados, etc. Un claro ejemplo son las morenas que se encuentran en las inmediaciones de Espitau de Vielha, producidas por el nombrado “Episodio glaciar del valle en altitud”.


3. Acceso
Cogemos la N-230 dirección Vielha y justo antes de entrar en la boca sur del túnel, salimos de la carretera y dejamos el coche en una pequeña explanada, frente al refugio Espitau de Vielha. Cruzamos la carretera por delante del túnel y nos adentramos en el Valle de Mulleres por una pista prácticamente sin pendiente. Mirando al fondo del valle se divisa nuestro objetivo iluminado con las primeras luces del día, el Tuc de Mulleres (3.012 metros)


4. Ascensión
Lugar de salida: Espitau de Vielha (1.626m).
Cumbre: Tuc de Mulleres (3012m, según la Generalitat de Catalunya).
Desnivel teórico: 1.384m.
Desnivel acumulado: ¿?m.
Distancia total: 12 km.
Tiempo subida: 5 h (con descansos, paradas técnicas y reportaje fotográfico incluidos).
Integrantes del grupo: Oriol Martorell y Manuel Morales.

Espitau de Vielha, 1.626 m. Refugio situado en la boca S del Túnel de Vielha en la Carretera N-230, a 14km. De Vielha y 28 del Pont de Suert. Desde aquí deberá cogerse una pista dirección Oeste rodeada de hierba que planea mirando al fondo del valle, en la cual ya se pueden observar dos grandes cascadas que bajan por la misma.

Al acercarnos al bosque, la pista se transforma en un sendero que va remontando el río. Empiezan las primeras rampas a través de un hayedo muy tupido mientras el río discurre a nuestra izquierda con un sonido atronador por su gran caudal (más adelante averiguaríamos el porque de este hecho).

Llegamos bajo la gran cascada que ya se podía apreciar a su lejanía. El rió Noguera Ribagorçana se descuelga con gran fuerza y espectacularmente en este punto. Por su derecha sube una senda entre el bosque por la ribera del río que sigue el mismo valle.

Pleta de Molières. Gran planicie donde el rió se recoge más tranquilamente formando pequeñas balsas, dando incluso la impresión de divisar pequeños islotes de una belleza impresionante. El camino sigue subiendo hasta otra próxima cascada, esta de menor dimensión a 1.855 metros de altura. Durante el transcurso del camino, se progresa por la derecha del valle sin llegar a cruzar el río, el sendero se encajona en un pequeño barranco. En este punto, junto a la cascada anteriormente mencionada, será necesario ayudarse con las manos en un par de sitios para superarla sin mayor dificultad. En este punto pudimos comprobar la gélida temperatura del agua del río Noguera, un pequeño remojón que nos haría abrir los ojos como platos.

Ante nosotros el impresionante circo de Molieres rodeado de murallas y gradas de origen glaciar. A nuestro alrededor la muestra del porque corría tanta agua en estas fechas por el río Noguera. Parte de este todavía estaba helado a aproximadamente 2.000m de altitud. Al sur ya podíamos divisar las cimas del “Parque Nacional de Aigüestortes i Estany De Sant Maurici”: Comaloformo, Besiberris, Montardo, Punta Alta, etc y por supuesto todo nevado. A un chico de playa como yo, este dato a simple vista sin importancia, era de inigualable belleza. Todas aquellas montañas repletas de nieve como los polvorones navideños.... No me quiero emocionar.

Delante nuestro ya se encontraba la terraza que con unos 400 metros de desnivel nos llevaría, una vez superada, a una explanada donde se encuentra el primer estany de Molieres. La pendiente es importante pero el camino está bastante marcado por fitas, incluso en ocasiones (como averiguaría en la bajada) se podía apreciar el camino perfectamente. Es relativamente cómodo, si no se pierde el itinerario más idóneo, de no ser así en alguna ocasión habrá que utilizar las manos, como nos ocurrió a nosotros de subida. Mucho más sencillo al bajar ya con una vista más longitudinal se podía apreciar la irregular senda con mayor facilidad.

Refugio de Molières, 2.360 m. Me remito a la información recogida en diversas fuentes, ya que los integrantes del grupo (Uri y yo), desconocíamos que allí hubiera estos servicios, cosa que empezamos a sospechar después de que en el último estany nos encontráramos gran cantidad de gente que apareció de la “nada”. El refugio citado está prefabricado de una estructura metálica con aislamiento y recubrimiento de plancha de hierro (en algún momento recordé la cabaña Verónica en Picos de Europa). Para mi sorpresa tiene 12 plazas, literas, colchones y mantas, sitio para cocinar, agua a 5 minutos y emisora de emergencia. Y yo pensando que era un refugio de “STOP & GO”. El refugio, que de lejos parece una bombona de butano, queda a mano derecha encima de una pequeña colina. Hacemos un descanso a unos metros de él junto con un grupo de “jóvenes” que no pudieron seguir nuestro ritmo (esto lo digo en sentido figurado). Mientras me comía mi bocadillo de jamón escuchaba por el “pinganillo” a esa fuente de sabiduría que lleva años subiendo cumbres del pirineo, y que por lo menos yo, estaría escuchando durante horas porque es alucinante las historias que salen de estas gargantas.

Desde aquí reemprendemos la marcha bordeando el estany superior y girando posteriormente 90º a la derecha empezando a subir por las fuertes pendientes del collado. El camino está bastante definido y no ofrece ningún problema, salvo algún punto en el que nos ayudamos con las manos, pero no para asegurar el paso, si no como tracción, debido a la fuerte pendiente. La hierba deja paso progresivamente a la roca, a pedriza suelta o a ratos, grandes bloques. Vamos subiendo por la derecha del circo pero teniendo el collado como referencia. Pero es aquí donde empieza a verse ya nieve por todos lados. Por lo tanto, al instante nos calzamos lo crampones, éramos los únicos que los utilizábamos, y hacia el collado en dirección NO por la nieve blanda, cosa que hacia que nos resbaláramos frecuentemente. En este punto se podía observar ya la proximidad del Tuc de Mulleres enfrente nuestro, con una silueta bastante plana.

Estas líneas ya se escriben bajo la resignación de un montañero bajo de forma que tuvo que dejar paso, y de este modo mirar por el objetivo común de coronar la montaña, a un compañero que estaba en forma para que culminara la ascensión sin ser un estorbo o un lastre con crampones que a duras penas podía mantenerse agarrado a los crampones bajo un intenso sol. En ese momento la contradicción entre mente y físico estaba al límite: la mente fuerte que quiere subir contra la fatiga física que resbalaba a cada paso, mostrándose los primeros síntomas de sobrecarga en el gemelo femoral de la pierna derecha. Fue aquí cuando mi decisión fue firme (suerte que no iba solo, sino con lo tozudo que soy seguro que sigo subiendo), con la sensatez que me aporta mi compañero de batalla, ese era el final de mi ascensión a aproximadamente 2.800 metros. Tras una intensa conversación con Uri, el cuál no me quería dejar solo (hecho que le agradezco profundamente) y después de presionarle psicológicamente, emprende la subida con el objetivo de encumbrar la cima en la cual yo había sido vencido y de esta forma vengarme épicamente.

El resto lo redacto por lo escuchado, y de esta forma me ahorro la agonía de aquellos momentos solo en el collado con mi orgullo pateado por aquella sustancia blanca resbaladiza llamada nieve. La lucha interna fue infernal: mareos, nauseas, etc. En un momento pensé que era mal de altura, luego una descomposición de estómago, etc. La estampa era tal que una pareja que pasó a mi lado me preguntaron con preocupación si estaba bien, a lo que sin dudar (como no) yo contesté que por supuesto estaba bien. Estaba tan bien que tenía la cabeza entre las piernas, con un mareo brutal, que cuando podía levantaba la cabeza, la vista se nublaba. Suerte que viendo aquel paisaje alucinante que hacía que poco a poco me fuera recuperando. Hasta que se me ocurrió ponerme a estirar. Para colmo la dichosa pierna derecha sufrió un alongamiento y no quería flexionarse, obviamente por una sobrecarga en el cuadriceps que impedía la movilidad de la misma (el mensaje cerebral era claro, 112). Aunque algo me hizo coger fuerzas. La pareja que me había ofrecido auxilio estaba a unos 50 metros más arriba tomando el sol, y me dije a mi mismo que mi orgullo no podía quedar herido en aquella semejante situación, donde las mismas montañas se tenían que estar riendo de mí (y no cuento durante ese momento como tuve que miccionar tumbado, y a la vez escondiéndome de aquella pareja en una situación física de emergencia). Al final pude superar aquella situación con más pena que gloria.

Mientras tanto mi compañero Uri, accedía desde el collado a la otra vertiente después de superar unos 150 metros aproximadamente desde donde yo me encontraba. Para acceder al collado y pasar a la otra vertiente, es necesario superar una pared de unos 20-30m bastante inclinada, con algún paso de IIº. De todas maneras, los agarres son muy buenos y hay varias posibilidades, de manera que se puede escoger la vía que inspire más confianza. Cuando la cabeza supera la última piedra de la pared, aparece una vista espectacular: desde la cresta de Salenques hasta los Portillones, con el Aneto y su glaciar en medio presidiendo la imagen.

Coll de Molières, 2.928 m. Cuello entre el Cap de Toro y el Tuc de Mulleres. Desde aquí se sube a la creta hacia el SO hasta el Tuc, sin dificultades siguiendo los grandes bloques de piedra.

Tuc de Mulleres, 3.012 m. Cruz y libro de registro de firmas. Amplio panorama del valle de Mulleres, con los estanys y su refugio. Aquí se contempla la grandeza de la panorámica que ofrece esta cima, y que gracias a su aislamiento ofrece unas imágenes inigualables. Hacia el E se aprecian el Montardo y los Besiberri. Al SW, entre la calicha, la mole del Ballibierna y al W, todo el cordal Russel, Margalida, Tempestades, Aneto, Coronas y Portillones. El regreso lo realiza por el mismo camino, poniendo un poco de atención en el paso del collado, ya que siempre cuesta más la desgrimpada.

Rápidamente Uri baja en mi búsqueda para emprender ambos el descenso hasta Espitau de Vielha. La bajada por la nieve mucho más cómoda preveía ser más calmada, hasta que después de un tropezón empecé a hacer “culoplaning”. Gracias al ir frenándome con los crampones choque contra unas pequeñas rocas que frenaron mi repentino descenso. Por suerte para mí, no pase de ahí, ya que de traspasarlas había una caída considerable.

Después de este último susto el descenso lo completamos con lentitud debido al cansancio de ambos, pero que culminó un día que quedará marcado sin duda en nuestra memoria.

AVE MULLERES!!!!!


Manuel Morales Martínez
Peón montañero.
Ver el resto del reportaje fotográfico en: http://picasaweb.google.com/perdidosenelmonte/20080705TucaMulleres